Películas Rewinds

Rewind «Billy Elliot»: Ritmo, baile e intensidad

Reparto: Jamie Bell, Julie Walters, Gary Lewis, Jamie Draven, Adam Cooper, Jean Heywood, Stuart Wells, Nicola Blackwell

Director: Stephen Daldry

Género: Drama, Comedia

Año: 2000

Clasificación: TE

Duración: 1h 51m

Sinopsis: “En 1984, durante una huelga de mineros en el condado de Durham, se suceden los enfrentamientos entre piquetes y policía. Entre los mineros más exaltados están Tony y su padre. Éste se ha empeñado en que Billy, su hijo pequeño, reciba clases de boxeo. Pero, aunque el chico tiene un buen juego de piernas, carece por completo de pegada. Un día, en el gimnasio, Billy observa la clase de ballet de la señora Wilkinson, una mujer de carácter severo que lo anima a participar. A partir de ese momento, Billy se dedicará apasionadamente a la danza”. (Filmaffinity)

El pasado 19 de mayo se cumplieron 21 años del estreno de “Billy Elliot”, la exitosa película británica considerada como una de las mejores de las últimas décadas debido a su impacto cultural más allá de la isla de Inglaterra. Siendo originalmente una obra de teatro, este filme logra combinar de gran manera un drama con tintes históricos junto a elementos cómicos, además de estar protagonizado por un niño de 11 años, quién logra articular una historia de emoción íntima y cautivadora.

El reconocimiento de esta producción ocurrió desde el momento de su aparición al inicio del milenio. No por nada fue una de las grandes ganadoras de los premios Bafta de esa temporada, además de lograr 3 nominaciones a los premios Oscar, ganando las categorías de Mejor Director, Mejor Guion Original, y convirtiéndose así en una cinta consagrada y un referente cultural en el mundo, que luego fue adaptado al formato musical, triunfando en Broadway y en varios países.

Por lo tanto, después de más de dos décadas, cabe preguntarnos ¿qué hace que “Billy Elliot” sea una historia que trascienda y cautive? La respuesta, de alguna forma, ya la mencionamos: es una combinación perfecta entre drama y comedia, donde podemos ver la inocencia de la infancia, como también su temperamento y fortaleza. El protagonista nos invita a bailar y, en el transcurso, compartimos sus emociones mientras nos hace parte de sus sueños. 

El motor de la película es el sueño de Billy por bailar, asumiendo lo difícil de su contexto y la presión de su familia, siendo una de las partes más importantes de la trama cuando el protagonista descubre que el baile es lo que lo motiva y lo apasiona. Aquí vivimos un momento transformador y único, como también valiente y desafiante, que es enfrentar tus sueños con tu realidad. En la cabeza de Billy se enfrenta su pasión pulsante y efervescente por la danza versus la obligación tradicional impuesta de ser un hombre y aprender boxeo. 

El joven Elliot vive en una familia obrera sostenida por la fuerza de trabajo del padre y del hermano mayor. Además de su contexto social, convive con su abuela senil y el recuerdo de su madre muerta; es claro que aquí no hay espacio para sueños ni bailes. Lo anterior es uno de los puntos más fuertes de la película; la ambientación histórica creada está increíblemente bien lograda y le otorga una verosimilitud importante a la narración. En la ciudad de Durham, específicamente los barrios obreros, nos transportamos a las huelgas mineras de los años 80’s en Inglaterra, factor que dota al relato de varios elementos que lo construyen y fortalecen. Con esto logramos entender mejor aún la vida de Billy, haciéndonos parte de la desigualdad en la que vive su familia, de las huelgas, protestas y, por último, viviendo la rabia y frustración de una clase social tan olvidada como quebrada.

En ese contexto empatizamos con el niño, porque finalmente vemos cómo su sueño se sostiene únicamente por su pasión; porque en sus ojos se transparentan las coreografías más sinceras y puras; porque a ese muchacho le corre ritmo por las venas y no le falta sangre ni coraje para pararse frente a su padre, frente a su hermano, frente a la policía o frente a toda la ciudad y mostrarles de lo que está hecho su cuerpo; porque él está hecho para la danza y los guantes de boxeo podrán tener otro dueño; porque su cuerpo le pide ballet y le exige zapateo; porque su vida es la pista de baile y no el cuadrilátero de lona.

En esta película es importante rescatar la importancia fundamental de los personajes secundarios, que van articulando la historia del joven bailarín. Dentro de estos, destaca la figura imponente, fría y poderosa del padre, quien pasa de ser una fuerza antagonista, que se niega en absoluto a ver a su hijo bailando ballet, a ser quien lo lleva a la academia de baile y le termina dando el último impulso que necesitaba. El trabajo de guion de esta cinta es brillante y se demuestra en este punto: cada personaje secundario aporta algo importante en la vida, crecimiento y aprendizaje del joven Elliot.

Siguiendo en esa línea, la profesora Wilkinson funciona como la clásica figura de la maestra con su pupilo. Interpretada de gran manera por Julie Walters (Molly Weasley en la saga “Harry Potter”), su personaje es quien va encauzando el impulso y energía desbordante del muchacho, siendo la pareja perfecta en esta pieza de baile. Por otro lado, personajes menores como Michael, el amigo de Billy, y Debbie, hija de la profesora, serán un complemento importante para el desarrollo emocional y la exploración de la amistad y el amor; todo esto expuesto de una forma inocente, pero al mismo tiempo con profundidad e intensidad.

Si tenemos que destacar otro punto audiovisual, es la banda sonora y el trabajo de sonido. Sin ser un musical, la película tiene un ritmo increíble que te hace estar permanentemente bailando, convirtiéndose en un drama donde la música es un pilar estructural. Es aquí donde la gran selección de canciones de rock y punk-rock británicos de la época (T.Rex, The Clash, The Jam) toman un rol fundamental tanto para el ritmo y fuerza del relato, como también para la contextualización histórica, siendo la banda sonora de las protestas y huelgas obreras.

De alguna forma, la vida de Billy Elliot no se entiende sin su contexto social: él es la encarnación de esa rabia por sueños quebrados e imposibles; es la frustración que golpea la piel desde adentro intentando salir y escaparse. Billy es la fuerza de esas protestas obreras en Inglaterra exigiendo vida y dignidad, porque su baile esconde más que movimientos o lecciones; porque su baile es la expresión de la rabia y tristeza acumulada que se esconde en esos callejones de ladrillos en Durham, Inglaterra; porque su baile, finalmente, es el despertar de un cuerpo social y de un pueblo que quiere ritmo y ganas de vivir.

De todas las clásicas películas de sueños y esperanzas, “Billy Elliot” destaca en todos los sentidos posibles. No solo es una historia que te invite a soñar, sino que es un viaje de emoción pura; es la transformación humana de Billy y de todos alrededor de él. Un relato donde se rompen estereotipos, se quiebran esquemas y se permite crear una nueva realidad a través de la danza, el ritmo y la sangre pulsante, haciéndonos girar y electrocutarnos, despertando la esperanza de que vale la pena vivir por una razón: podemos hacer de nuestra vida un gran baile.

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