Reparto: Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett, Colman Domingo, Kyle Kaminsky, Vanessa Williams, Rebecca Spence, Carl Clemons-Hopkins, Brian King, Tony Todd
Director: Nia DaCosta
Género: Terror
Clasificación: +14
Duración: 1h 31m
Sinopsis: «Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruida, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah Parris), se mudan a un apartamento de lujo de un barrio ahora irreconocible, repleto de millennials y de personas que, por lo general, desconocen su oscuro pasado». (Filmaffinity)

En plena época de remakes y live-action de antiguas películas, el regreso de «Candyman», uno de los clásicos de terror de los 90s, tiene un gusto particular y distinto. Es que no estamos frente a una reversión idéntica ni tampoco a una secuela que solo se sustenta gracias a la nostalgia, al contrario, estamos frente a una nueva entrega con corazón e identidad propia; tiene conexión con sus antecesoras, pero también incorpora elementos y recursos modernos que le dan una autenticidad única.
Gran parte de esta mirada al conocido relato de terror se debe al aporte fundamental en el guion de Jordan Peele, reconocido por ser el director de «Get Out» (2017) y «Us» (2019), cintas que, justamente, tienen un espíritu particular y han logrado ampliar el género del terror a nuevas fronteras. «Candyman» está enmarcada en esa línea, ya que posee ese ‘algo’ del cine de Peele que logra superar la barrera de la nostalgia, transformándose en una sucesora natural e inteligente que cala profundo en un discurso social muy claro. En conjunto a eso, también tenemos el trabajo de Nia DaCosta, joven directora que, en lo que viene siendo su segundo largometraje, aporta una mirada fresca al mito urbano del asesino del gancho.

Candyman no solo es la representación de un asesino afroamericano, sino que representa la violencia histórica hacia la población negra en Estados Unidos, que se ha traspasado a través de generaciones hasta nuestros días. Este criminal es una alegoría perfectamente construida sobre el racismo, la violencia, la muerte y las desigualdades sociales. ¿Quién es Candyman? Justamente la película nos intenta mostrar que no es una persona en particular, sino que es un mito con distintos rostros, por lo que esta representación de la violencia vive siempre en la memoria de la gente del barrio Cabrini-Green.
Siguiendo en ese punto, esta nueva entrega juega con la memoria y la historia, y es ahí donde el recurso de los espejos cobra un valor simbólico. Los espejos no son solo el lugar donde se invoca al asesino, este recurso va más allá de lo instrumental y lo vemos en su constante utilización a través del filme. Los espejos aparecen constantemente para reflejarnos como sociedad, para enrostrarnos esa violencia, para mostrarnos de lo que el ser humano es capaz. DaCosta y Peele nos llenan de espejos como símbolos de memoria, como forma de reflejar que hay cosas que no se olvidan, que perduran en nuestra cultura e historia.

En base a lo expuesto, podemos asegurar que «Candyman» posee un discurso auténtico y poderoso. Respetando la saga original, la película de DaCosta logra profundizar respecto a la historia del asesino de los dulces, dotándola de desarrollo narrativo, espiritual y simbólico. Entendiendo que muchos de los espectadores actuales no vieron la trilogía de los 90s, este largometraje también funciona como una historia única, por lo que no es necesario saber toda la historia para disfrutar. He ahí otra de sus grandes fortalezas: cumple como secuela al continuar el mito de Candyman, y también funciona como película individual, teniendo un sello y espíritu propio.
Dentro de los aspectos técnicos más importantes y destacables tenemos el uso de colores y fotografía. Con una ambientación lúgubre que además juega con los espejos permanentemente, la película nos sumerge en el terror y el suspenso. En cada encuadre uno se encuentra algún espejo que con su sola presencia te envuelve una sensación de inseguridad por lo que puede pasar. A todo eso le sumamos un diseño de producción muy bien pensado, donde cada detalle del vestuario, las calles, el barrio y los edificios aportan a generar una sensación de constante inconformidad y alerta. Destaca también la utilización de sombras chinas para realizar los flashbacks o los complementos narrativos a la historia principal; sin duda un acierto cinematográfico que le aportó frescura a la película en general.

Todo el casting de actores se luce y destaca, incluso los personajes menores e incidentales funcionan correctamente en el relato; aunque el reconocimiento más importante es para la dupla protagonista, Yahya Abdul-Mateen II y Teyonah Parris, quienes fortalecen la narrativa con actuaciones sólidas y verosímiles, logrando que el espectador se mantenga en una constante sensación de suspenso que no decae en ningún momento.
Como un aspecto negativo a mencionar, el argumento se empantana de forma innecesaria por la gran pretensión de añadir autenticidad y actualidad. Al finalizar la película, hay cosas que no se entienden del todo y aspectos que no se resolvieron, enmarcados en una propuesta que además no busca causar miedo constante, ya que la directora profundiza en el discurso social crítico, sacrificando un poco el carácter violento y sanguinario del asesino. De todas formas, la cinta logra salir airosa y presentarse como un producto de alta factura.

«Candyman» no dejará indiferente al que la vea, pues se perfila como una película con espíritu propio, con raíces en la trilogía original y con un fuerte discurso social como legado, logrando realizar un profundo análisis a la cultura y memoria histórica de Estados Unidos (y del mundo también). Al igual que el asesino, esta renovada secuela aparece en los espejos como un particular recordatorio del racismo y la violencia del ser humano.
8/10