Dirección: Francina Carbonell
Género: Documental
Clasificación: +14
Duración: 1h 15m
Sinopsis: «En 2010, 81 reclusos murieron en un gran incendio en la prisión de San Miguel en la capital de Chile, Santiago. En el interior, estaban atrapados tras las rejas como ratas; afuera, decenas de familiares que esperaban el inicio del horario de visita miraban impotentes mientras sus seres queridos gritaban pidiendo ayuda. Las puertas permanecieron cerradas. Esta reconstrucción arroja luz sobre el absoluto fracaso de la administración de la prisión, que albergaba al doble de presos de los permitidos». (Filmaffinity)

El incendio de la cárcel de San Miguel es, sin lugar a dudas, una de las tragedias más terribles que ha vivido nuestro país en las últimas décadas. La muerte de 81 presos, que cumplían condenas por diversos motivos, abrió una serie de profundos debates que iban desde la negligencia y la poca preparación de Gendarmería ante estas emergencias, hasta la sobrepoblación penal en Chile y las paupérrimas condiciones de vida de los reclusos. Un hito que marcó con sangre las pésimas y desactualizadas políticas del Estado chileno en la administración del sistema carcelario, por lo que, en ese sentido, el documental de Francina Carbonell tiene una sola definición: absolutamente necesario.
En pleno siglo XXI, donde reina lo efímero y la instantáneo, el documental “El Cielo está Rojo” es un símbolo de memoria. A través de una propuesta audaz, utilizando los archivos judiciales del caso, la directora nos sumerge en un ejercicio de recordar y no olvidar; pero no solo lo hace exhibiendo la tragedia, sino que invitándonos a realizar una profunda reflexión de memoria basada en este evento traumático. De este modo, la pieza audiovisual tiene una misión poderosa: involucrarnos en esta herida que tenemos como país, para comprender que los hechos pasados son parte de nuestra historia, para reconstruir nuestro país. Por lo tanto, el documental no solo es un símbolo de memoria, sino que también es un símbolo de resistencia, de una memoria colectiva que se niega a ser olvidada.

En esa misma línea, son los archivos judiciales lo que permiten darle profundidad y cohesión al relato planteado por Carbonell, quien logra ir más allá que cualquier reportaje o programa realizado en la televisión chilena hasta el día de hoy. Haber tenido acceso a estos archivos, le permitió explorar y dar a conocer aspectos que, probablemente, eran desconocidos para muchas personas. Los testimonios de los presos que fueron testigos visuales del hecho nos entregan una visión estremecedora de las horas en que ocurrió el siniestro, así también las grabaciones con testimonios de los gendarmes hacen cuestionar su accionar en esa madrugada terrible. De esta forma, el documental logra mostrarnos la tragedia desde distintas aristas, realizando una radiografía a la negligencia que nubló el accionar de todas las partes involucradas, desde Gendarmería, la institución a cargo de la prisión, como también del hospital que recibe el llamado de emergencia y, obviamente, el Estado, al ser el gran responsable de un sistema carcelario que vivió su noche más oscura, donde los gritos de ayuda se perdieron en el humo.
Ahora, bien, toda esta exposición de registros de audio y cámaras junto a archivos escritos y testimonios se presentan con una gran destreza cinematográfica, logrando facturar un documental no solo poderoso en su contenido y mensaje, sino que, también, en su forma y en el lenguaje audiovisual utilizado. Las imágenes expuestas son potentes y hablan por sí solas. Incluso, en varias partes del largometraje, había ausencia de diálogos y sonidos, permitiendo que, junto al silencio, se generen instancias de reflexión en el público. Otro recurso clave fue la perfecta combinación de secuencias audiovisuales con fragmentos de los informes escritos del caso judicial, destacando ciertas frases que ayudan a complementar correctamente el mensaje planteado por la directora.

El documental “El Cielo está Rojo”, premiado en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, es un excelente e intenso ejercicio de memoria y resistencia. Es un registro necesario, una denuncia que busca perdurar, una alarma que nos invita a reflexionar y cuestionar cómo funciona esa parte oculta de Chile. Si queremos un país con mayor sentido de justicia, esta es una obra que debe verse en todo el territorio, que debe ser parte del currículum escolar nacional y que debe ser tema de conversación en cada familia. Sin falta.
10/10