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Review «Petite Maman»: Emotiva fábula que conecta infancia y maternidad

Reparto: Joséphine Sanz, Gabrielle Sanz, Nina Meurisse, Stéphane Varupenne, Margot Abascal

Dirección: Céline Sciamma

Género:  Drama, Fantasía, Infancia, Familia

Clasificación: TE

Duración: 1h 12m

Sinopsis: “Nelly tiene 8 años y acaba de perder a su abuela. Mientras ayuda a sus padres a vaciar la casa en la que su madre creció, explora intrigada el bosque que la rodea, donde su mamá solía jugar de pequeña. Allí Nelly conoce a otra niña de su edad, y la inmediata conexión entre ambas da paso a una preciosa amistad. Juntas construyen una cabaña en el bosque y, entre juegos y confidencias, desvelarán un fascinante secreto”. (Filmaffinity)

«Petite Maman» explora el duelo desde el punto de vista infantil. Foto: Diamond Films

«Petite Maman» es la nueva producción de la directora francesa Céline Sciamma, considerada como una de las mejores cineastas de la actualidad, que sigue a su anterior trabajo, la aclamada cinta «Retrato de una mujer en llamas» (2019). La filmografía de Sciamma se compone por historias que suceden, en su mayoría, alrededor de mujeres y tienden a enfocarse en experiencias vividas durante la juventud y la niñez. Siguiendo esa línea, la realizadora ahora nos presenta una propuesta que busca explorar el punto de vista infantil frente a la muerte de un ser querido, mediante ideas novedosas, en un relato compacto, encantador y elocuente que ella misma describe como ‘realismo mágico’.

Desde un comienzo seguimos a Nelly (Joséphine Sanz), una pequeña de 8 años que ha perdido a su abuela. De a poco conocemos su entorno familiar, la relación positiva que tiene con sus padres y la compasión mutua que existe entre todos ellos. Después de pasar una noche en la casa de su abuela, ayudando a desocupar el lugar, Nelly descubre que su madre (Nina Meurisse) ha salido; sin saber cuando volverá, se ocupa de asistir a su padre (Stéphane Varupenne) en las labores matutinas para luego salir a jugar al bosque que rodea la vivienda. Es ahí que de casualidad conoce a Marion (Gabrielle Sanz), una niña de su misma edad que está construyendo una choza de madera entre los árboles. Luego de ese primer encuentro, las niñas comienzan una tierna amistad, compartiendo alegres momentos y creando un fuerte lazo que las une más allá de lo aparente.

Marion y Nelly comparten gratos momentos como nuevas amigas. Foto: Diamond Films.

Lo primero que notamos cuando Nelly conoce a Marion, son las similitudes que comparten ambas, desde su apariencia, edad y espacios físicos que las rodean, hasta las experiencias de su vida familiar. Esto permite que nazca una conexión casi inmediata entre ellas, pero, a medida que la cinta avanza, se nos muestra que la tierna amistad entre las niñas es mucho más profunda, abriendo, de a poco, múltiples aristas que exploran temas como la maternidad, la familia, el proceso de duelo y la conexión entre padres e hijos. Todo aquello se nos presenta con un giro de fantasía y delicada calma. La interacción entre Nelly y Marion permite que la protagonista logre entender aún más a su madre y que pueda conectar con ella desde su propia perspectiva como niña de 8 años.

Al encontrarnos con Nelly y su madre, de inmediato podemos ver que comparten una dinámica particular, casi como si fueran amigas, lo que, más adelante, le dará mayor sentido a la trama. La pequeña Nelly es curiosa, calmada y reflexiva, con frecuencia hace preguntas a sus padres acerca de sus respectivas infancias, demostrando interés por empatizar con ellos. Y, de igual manera, expresa cierta sabiduría para lidiar con las situaciones. Mamá y papá la apoyan, responden todas sus dudas y siempre escuchan lo que tiene que decir, sin embargo, a ratos, pareciera que los roles se invirtieran, ya que Nelly intenta ser la protectora de su madre ante la pérdida que ambas enfrentan.

La relación entre madre e hija es uno de los puntos centrales de la trama. Foto: Diamond Films

En «Petite Maman», las imágenes dicen más que las palabras, es por esto que todo lo que se verbaliza en su historia está ahí para reafirmar la emotividad de su mensaje. El guion escrito por Céline Sciamma es reducido, pero extraordinariamente preciso y sólido. Cada diálogo está pensado para transmitir con elocuencia las emociones y pensamientos de sus personajes, traspasándolos, con éxito, hacia la audiencia, y envolviendo de significado cada aspecto de la narrativa. La cinta se caracteriza por mantener un ánimo reconfortante durante todo su desarrollo, donde la tristeza ante el duelo, por ejemplo, no se muestra como un sentimiento sombrío ni trágico, sino que pasa a ser más una reflexión acerca de la naturalidad de la muerte, apoyándose en momentos que provocan ternura y constantes sonrisas en el espectador. Aquí, el proceso de la pérdida familiar se trata como una experiencia que permite acercar a los personajes, creando vínculos poderosos, constructivos, infundidos de cierta belleza y de una ‘alegre’ melancolía, similar a lo que ocurre en las obras de Hayao Miyazaki.

El escenario rústico del bosque otoñal termina de enmarcar el espíritu y mensajes que la realizadora desea comunicar, sirviendo como el espacio ideal que ayuda a crear la atmósfera acogedora, mágica e inocente que permanece durante todo el filme. «Petite Maman» es una fábula fantástica que juega, entre otras cosas, con el concepto del tiempo y de la imaginación infantil, pero de una manera sutil, sin intentar explicar sus ideas de forma explícita ni de recurrir a extravagancias, permitiendo que la historia también pueda sentirse como atemporal. Este último concepto es asistido por la delicada fotografía, cálida y simétrica, a cargo de Claire Mathon; también, mediante la ausencia de música (que solo figura en una de las escenas), por la genial edición de Julien Lacheray, y hasta en el diseño de vestuario, creado por Céline Sciamma, que se asemeja a lo usado por los niños que crecieron en la década de los 90’s, como podría ser el caso de los padres de Nelly.

El trabajo de fotografía es clave para crear el ambiente cálido y acogedor del filme. Foto: Diamond Films

Aunque la compacta sencillez de su ejecución, que invita a analizar los temas que trata a través de secuencias estáticas y silenciosas, la cinta avanza con eficiente fluidez, aprovechando cada segundo de su acotada duración para contar su particular historia. Nada falta y nada sobra, todo hace sentido y tiene una razón de ser, dando como resultado momentos preciosos para la narración, tanto literal como figurativamente. Las imágenes, diálogos, interpretaciones e ideas nos transportan a un mundo completamente real, pero que también es inesperadamente mágico y encantadoramente fantástico. La posibilidad de que estemos dentro de la imaginación de una niña o que hayamos encontrado un sendero ‘inusual’ en medio del bosque, es igual de factible, ya que todo lo que nos presenta Céline Sciamma en la pantalla es desenvuelto de una manera creíble, ingenua y natural, dejando en claro que ambos caminos nos llevan al mismo destino: descubrir nuevas formas de conexión emocional con la familia y el aprendizaje que puede surgir de una experiencia tan universal como es el duelo.

La simpleza aparente del filme ahonda en sentimientos complejos y desarrolla premisas profundas que nos invitan a pensar, creando una experiencia íntima e inmersiva con cada elemento de su narrativa, para culminar con un desenlace y final extraordinarios. El impacto emotivo que logra en los espectadores se obtiene no solo a través de sus exquisitos recursos audiovisuales, sino que también por medio del trabajo interpretativo de su elenco, quienes dejan entrever las capas emocionales y conflictos internos de los personajes, a veces, sin necesidad de palabras. Si bien todos los roles se sienten completos, con un propósito claro y están representados con excelencia, las gemelas Sanz impresionan con sus habilidades dramáticas como protagonistas, mostrando un talento innato que les permite llevar todo el peso de la película con absoluta naturalidad.

Joséphine Sanz, como Nelly, y su hermana, Gabrielle, como Marion, muestran su talento natural en «Petite Maman» . Foto: Diamond Films

«Petite Maman», la nueva cinta de Céline Sciamma, invita a conectar con el niño interior mientras juega con elementos de la fantasía para explorar temas complejos como el duelo, la familia o la amistad. Usando todos los recursos audiovisuales con brillante precisión, la directora presenta una ‘fábula’ moderna y natural, centrándose tanto en la experiencia infantil ante la pérdida, como en la mirada femenina acerca del vínculo entre madre e hija. La delicada sencillez de su puesta en escena, junto al ánimo optimista e inocente presente en la producción, sirven para elevar la narrativa, destacando la profunda sensibilidad cinematográfica de la realizadora francesa, quien entrega un relato íntimo y emotivo que se siente como un abrazo cálido y reconfortante.

10/10

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