Reparto: Alexander Skarsgård, Mia Goth, Cleopatra Coleman, Thomas Krestschmann, Amanada Brugel, Jalil Lespert, Jeff Ricketts, John Ralston, Caroline Boulton, Amanda Brugel, Roderick Hill
Dirección: Brandon Cronenberg
Género: Horror, Suspenso, Thriller
Clasificación: n/a
Duración: 1h 57m
Sinopsis: «James y Em Foster disfrutan de unas vacaciones en la playa con todo incluido en la isla ficticia de La Tolqa, hasta que un accidente fatal expone la subcultura perversa del turismo hedonista, la violencia imprudente y los horrores surrealistas del resort». (Filmaffinity)

¿Qué se puede esperar del apellido Cronenberg más que un intenso y extraño viaje a lo desconocido? El Festival de Cine de Sundance 2023 hizo estallar la venta de tickets con el estreno de la tercera película del hijo del legendario David Cronenberg: Brandon, quien se hizo reconocido entre los seguidores del cine de horror con su instantáneo clásico de culto «Possessor: Controlador de Mentes» (2020). Pero el ya mítico apellido de su director no fue el único gancho que atrajo a cientos de espectadores a la Premiere de su nueva producción en el Ray Theater de Park City durante la medianoche del 21 de enero, sino que también lo fue el prometedor elenco liderado por Alexander Skarsgård («The Northman») y la más reciente reina del cine de horror Mia Goth («X«, «Pearl»).
En esta nueva propuesta, Cronenberg nos traslada a un resort ubicado en un país ficticio, donde las reglas y las leyes operan de maneras poco convencionales. Lo que a simple vista comienza como un thriller criminal con ciertos tintes de comedia, se transforma rápidamente en una hipérbole oscura y caótica de los géneros recién mencionados. La trama de un crimen accidental que busca ser ocultado, se vuelca hacia un viaje psicodélico y perturbador que refleja los instintos más salvajes del ser humano y el cómo una simple gota de poder puede corromper incluso a la persona más correcta. Este turbulento camino puede tomar por sorpresa al espectador que nunca antes ha escuchado respecto al trabajo de Cronenberg (o de su padre, con quien guarda varias similitudes estilísticas y que le han llevado a ser acusado con el dedo como un individuo más del grupo de los nepo-babies), quien se mantiene fiel a la provocadora esencia que ha puesto a esta dinastía de creadores en el olimpo del cine de culto. Un estilo que podría no enganchar con un público más convencional y/o conservador, ya que el director no vacila en invadir la pantalla con imágenes grotescas, montajes psicodélicos y acciones de cuestionable moral con tal de probar su punto.

Hablar de la película sin entrar demasiado en su trama es complejo, puesto a que una vez que la historia comienza a dejar en claro el curso que tomará, las sorpresas -buenas, malas y repulsivas- no dejan de aparecer. Ya sea una risa incómoda o una mirada de asco, el objetivo final es crear, a base del shock, una reflexión en torno a los privilegios del poder, la violencia sistemática y la corrupción. El ángulo retorcido y cruel que se ha escogido para narrar esta fábula no dejará a nadie indiferente. Aunque, siendo transparentes, lo que comienza como una sólida sucesión de acontecimientos en un inicio, va perdiendo estructura una vez llegado el tercer acto; quizás algunos queden disconformes con las soluciones que Cronenberg ofrece para sus personajes, demostrando que aún existen algunos puntos por trabajar para seguir puliendo su filmografía.
El diseño de producción y vestuario se lleva un reconocimiento especial en la creación de este turbulento universo. La construcción de este falso balneario, con sus propias tradiciones, lenguaje y parajes, crea un ambiente en principio acogedor pero que, convocando al efecto del valle de lo inquietante, comienza a convertirse en algo cada vez más hostil, a medida que vamos familiarizándonos con sus rincones. A pesar de ser completamente ficticias, las locaciones parecen reconocibles, incluso familiares; la vibra que emanan es conmovedoramente cálida, aunque logran transformarse en una verdadera pesadilla cuando el director chasquea los dedos y decide que este paraíso exótico es un infierno en vida. Situar este relato en un país inventado es un acierto que exacerba la sensación de incomodidad y temor a lo desconocido; todos sabemos a qué alude este metafórico paraje, todos somos testigos de cómo el grupo protagónico utiliza su privilegio para hacer lo que desee con este pequeño país y es, precisamente, el cómo relacionamos esta quimera con situaciones y lugares completamente reales lo que convierte a «Infinity Pool» en un cuento tan horroroso: es un poema respecto a la impunidad y los abusos de los super ricos a los que estamos sometidos día a día.
También se agradece el camino que están tomando los nuevos realizadores del horror respecto a la representación de la violencia física en sus películas. A pesar de rozar en lo gratuitamente gráfico, las secuencias que involucran ciertos niveles de mutilación, agresiones, entre otras manifestaciones de violencia, se llevan a cabo mediante efectos prácticos y stop-motion, tomando un paso al costado respecto al uso de efectos por computadora que, aunque más evolucionados, no se sienten tan tangibles como un buen trabajo de moldeado.

Alexander Skarsgård interpreta a James, un escritor estancado que busca algo de inspiración en este resort alejado de la civilización. Un oasis donde se encontrará con una pareja (interpretada por Mia Goth y Jalil Lespert) quienes le invitan a recorrer el balneario, involucrándolo en el accidente que dará paso a su odisea. A pesar de que la presencia de Skarsgård es suficientemente poderosa en la pantalla como para querer seguir sus pasos a través de esta angustiante aventura, es Mia Goth quien toma la batuta y se roba las miradas con su magnética presencia. Una vez más, es la reciente revelación del cine del horror quien se llevará los aplausos del público con su enérgica, incómoda pero atractiva interpretación. El resto del elenco, como era de esperarse, cumple con su función; aunque hay un par de personajes que parecieran estar sobrando, pues no resultan un arrastre para el progreso de la historia e incluso pueden tener su momento de brillar, pero claro, ninguno logra escapar de la sombra que Goth impone sobre ellos.
Brandon Cronenberg logra abrirse un camino propio en la industria con su tercera producción: un inquietante y grotesco viaje a la violencia, perpetrada por el privilegio, los excesos y la corrupción. A pesar de que, a medida que avanza, su metafórico y críptico estudio va perdiendo fuerza y solidez, es imposible quitar la mirada y dejar de lado el interés gracias a la excelente construcción del turbio universo en que se instala a este grupo de salvajes personajes. Mia Goth, nuevamente, es el punto más fuerte dentro de una más que correcta historia de horror, con una interpretación excéntrica y desenfrenada que demuestra, una vez más, que estamos ante una nueva reina del género.