Películas Reviews

Review «Shazam: La Furia de los Dioses»: Un entretenido caos

Reparto:  Zachary Levi, Helen Mirren, Lucy Liu, Rachel Zegler, Asher Angel, Jack Dylan Grazer, Marta Milans, Cooper Andrews, Adam Brody, Djimon Hounsou

Dirección: David F. Sandberg

Género: Acción, Fantasía

Clasificación: +7

Duración: 2h 10m

Sinopsis: “Billy Batson y sus compañeros adoptados han recibido los poderes de los dioses pero aún están aprendiendo a compaginar sus vidas de adolescentes con sus alter-egos superheróicos. Pero cuando las Hijas de Atlas, un vengativo trío de antiguos dioses, llegan a la Tierra en busca de la magia que les robaron hace mucho tiempo, Billy —alias Shazam— y su familia se ven envueltos en una batalla por sus superpoderes, sus vidas y el destino de su mundo”. (Filmaffinity)

Billy y sus hermanos continúan salvando a Filadelfia de los constantes desastres que la azotan. Foto: Warner Bros.

El DCEU siempre ha sido centro de polémicas y división entre los fanáticos de los cómics y las películas de superhéroes. Los constantes debates alrededor de la particular visión de Zack Snyder, el reciente reinicio propuesto por James Gunn o las disputas sobre la dirección que debe tomar su historia central, son algunas de las decenas de ejemplos que existen para graficar las discusiones que siempre ponen bajo la lupa del mundo del espectáculo a este disperso universo cinematográfico. Pero, a pesar de las más que numerosas diferencias que sus seguidores puedan tener, existe una coincidencia casi unánime entre los espectadores asiduos a DC: «¡Shazam!» fue una de las mejores películas que nos han ofrecido.

El carisma natural de Zachary Levi, el tono ligero pero esperanzador de su trama y el humor como parte central de la narrativa sin sentirse excesivo, fueron algunos de los elementos que llevaron a «¡Shazam!» a convertirse en un favorito del público y demostrar que tal vez el universo cinematográfico en el que se encontraba inserto necesitaba un poco más de aquello. Se sentía extraño ver el mundo que Zack Snyder había concebido como oscuro y fatalista convertido en una comedia ligera y familiar, pero funcionaba de maravilla. No es sorpresa que desde ese punto en adelante, las producciones que le siguieron se alejaron del cinismo de Snyder y se acercaron más a la calidez de Sandberg. Luego de tres años tras ese punto de quiebre, llegó a los cines del país «¡Shazam! La Furia de los Dioses», la siguiente entrega en la saga del joven desvalido que adquirió el poder de los dioses. ¿Está la secuela a la altura de su muy querida original?

Hespera (Mirren) y Kalypso (Liu) no se rendirán hasta devolver el control del mundo a los dioses. Foto: Warner Bros.

Han pasado algunos años desde que la familia adoptiva de Billy Batson adquirió poderes para enfrentar al Doctor Sivana y los Siete Pecados Capitales. Ahora, el bastón mágico que otorgó poderes al grupo de adolescentes ha sido puesto como exhibición en un museo, lo que pone al poderoso objeto en la mira de las hijas de Atlas, un dúo de villanas que buscan recuperar la gloria de los dioses y someter a los humanos a través de esta arma. La película comienza desplegando todas sus cartas sobre la mesa con la presentación de las antagonistas, interpretadas brillantemente por las siempre impecables y ya consagradas Lucy Liu y Helen Mirren, ena secuencia de acción que nos demuestra rápidamente los riesgos que implica para el mundo la aparición de estas hermanas, quienes desatan el caos dondequiera que vayan. Es precisamente esta escena introductoria la que nos vaticina cómo será todo el resto de la película: un entretenido caos.

En Filadelfia, Billy está librando sus propias batallas personales. Su estatus de héroe le ha dado un terrible síndrome del impostor, siente que no es nada comparado a los dioses que habitan su mundo, a la vez que su vida está a punto de cambiar cuando el sistema de adopción lo abandone al cumplir la mayoría de edad. Paralelamente, sus hermanos adoptivos, con quienes forma equipo para salvar a la ciudad de las constantes amenazas que la azotan, han comenzado a distanciarse lentamente de él, cada uno persiguiendo sus propios objetivos. Los jóvenes actores que dan vida a esta familia han crecido notablemente desde la última vez que los vimos, marcando una más que agradable evolución en su desenvolvimiento en pantalla, así como también un paso adelante en la profundidad de los conflictos que cada uno enfrenta en sus propios arcos. Tristemente, hay tantos personajes en juego que muchas de las semillas de conflicto que fueron esparcidas en el primer acto quedan enterradas durante gran parte de la historia, brotando una tímida y poco satisfactoria resolución al final. El mayor pecado de esta secuela es intentar abarcar demasiadas subtramas y darle mayor profundidad a personajes que quizás no la necesitaban, un error que muchas producciones de Hollywood están cometiendo últimamente pero que, en esta ocasión, no mancha en absoluto la diversión.

Billy enfrenta el mayor desafío de su carrera como héroe. Foto: Warner Bros.

Las secuencias de acción y efectos visuales se mantienen en un alto nivel durante toda la película. La llegada de nuevos personajes, la profundización en la mitología alrededor de Shazam y el viaje a nuevas locaciones, permiten a los creadores de efectos visuales jugar y estirar las posibilidades que la historia les ofrece para dar al público un espectáculo visual que complemente lo alocado de las situaciones que plantea el guion. La comedia también da un paso adelante en esta ocasión: los escritores saben que incluso el origen de su héroe es algo hilarante, por lo que no echan pie atrás a la hora de ponerlo en situaciones sin sentido o derechamente ridículas, las que sin sorpresa alguna, funcionan de maravilla. Las risas no escasean ante las referencias y las sorpresivas interacciones entre personajes no estaban destinados a encontrarse, aunque claro, a veces tanto caos y locura puede resultar en un eventual saturación del espectador. Una vez que llega el tercer acto, es tanto lo que sucede, son tan absurdos ciertos planteamientos y la sobreexposición de información para intentar darles algún sentido, que la confusión y el desinterés comienza a hacerse presente.

Por otra parte, es inevitable hablar de una de las grandes nuevas promesas de Hollywood, y es que Rachel Zegler funciona como una más que correcta adición al reparto. La joven actriz que sorprendió al mundo con su debut en «Amor sin Barreras» (2021), se une al DCEU con un personaje que aporta ciertos matices románticos a la trama, siendo un perfecto complemento para Freddy (Grazer), con quien comparte una química bastante agradable de ver en pantalla, permitiendo al joven actor darle mayor profundidad a su simpático personaje. Una relación que se pierde rápidamente en el revuelo que las Hijas de Atlas causan en su llegada a Filadelfia, donde el personaje de Zegler acaba sufriendo giros algo predecibles, lo que termina derrumbando un poco las promesas o los posibles caminos que la historia pudo tomar alrededor de ella para intentar darle un aire fresco al género. Y es precisamente ese punto el que refleja dónde se concentra el mayor problema de esta propuesta: todo es demasiado predecible.

A pesar del fanservice, los plot-twist y la utilización de todo el arsenal de dispositivos narrativos que el género ha introducido durante las últimas décadas para sorprender a sus seguidores, esta secuela no puede eludir la falta de creatividad a nivel de trama. No importa lo creativo que sea el diseño de las bestias que amenazan la ciudad, lo absurdo que pueda llegar a ser el humor que plantea o la cantidad de personajes que puedan entrar en el juego por la supervivencia del mundo, uno ya sabe exactamente cómo concluirá todo una vez que se sienta en la butaca. Ni siquiera los intentos de giro de tuerca que van apareciendo cerca del tercer acto pueden sentirse realmente impactantes, no hay tiempo de procesarlos antes de que el guion decida deshacerlos por su temor a salirse de la fórmula establecida.

El valor de la familia será uno de los temas centrales y el pilar fundamental en la lucha contra las hijas de Atlas. Foto: Warner Bros.

«¡Shazam! La Furia de los Dioses» juega demasiado seguro: sabe perfectamente qué es lo que agradó al público en el pasado y se queda estancado en aquellos elementos funcionales sin tomar ningún riesgo; el resultado final funciona. Es una película entretenida, con risas aseguradas y una que otra aparición que hará emocionar a los seguidores de DC, pero para un género que pide a gritos una renovación, quizás no sea una jugada con la que todos acaben contentos. La falta de innovación está volviendo a este tipo de cine en una serie de eventos que prometen mucho durante la etapa promocional, pero que a la hora de presentarse terminan siendo una caminata en círculos alrededor de los mismos temas, las mismas historias y desenlaces. La gente está cansándose cada vez más de los superhéroes y mientras existan directores que prefieren seguir jugando con aquello que gustó en el pasado sin adentrarse en terreno inexplorado, podemos esperar que muy prontamente todo este asunto de los universos cinematográficos, las capas y los superpoderes queden en el olvido.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s