Reparto: Daniela Vega, Catalina Saavedra, Hugo Medina, Francisco Dañobeitía, Camila Hirane, Daniel Alcaíno, Jorge Alis, Grimanesa Jiménez, Alejandro Castillo, Jorge Abarzúa, Colomba Horta, Soledad Mayorga
Dirección: Gopal Ibarra Roa, Visnu Ibarra Roa
Género: Drama, Comedia Negra
Clasificación: +14
Duración: 1h 09m
Sinopsis: “En Santiago de Chile, un accidente automovilístico conecta tres historias. Julio, un anciano que visita una casa de reposo poco convencional, conoce allí a su enamorada Julia, ambos construyen una hermosa relación como su última oportunidad en el amor. El anciano es atropellado por el joven Domingo, hijo de una poderosa familia de la capital chilena, quien el día de su cumpleaños es engañado por su novia y su grupo de amigos, quienes viven de comodidades y privilegios sociales. En el lugar del crimen se encuentran unos excéntricos testigos, quienes harán todo por encontrar justicia”. (Filmaffinity)

El cine chileno ha ido creciendo cada vez más durante la última década. Este mismo mes, por ejemplo, la cartelera nos ha presentado tres títulos nacionales, una diferencia abismal con el panorama que dominaba hace unos diez años, donde veíamos una producción chilena cada semestre. Con nuestro cine abriéndose paso por el mundo, arrasando en premiaciones internacionales y abriendo las puertas a nuevas voces y visiones, es de esperar que cada vez encontremos historias que no solo nos identifiquen, sino que también nos muevan y causen todo tipo de emociones a través de nuevas formas de narrar y géneros que poco y nada han sido incorporados en el quehacer cinematográfico local. Y esa es, precisamente, la premisa de «Run Over», la opera prima de los hermanos Ibarra Roa, dupla de renombre en el mundo del teatro chileno, que llega a la cartelera este jueves 11 de mayo. Un relato de comedia negra con un desarrollo narrativo algo particular.
La película da inicio con una pareja teniendo sexo oral en un auto, ambos se encuentran en un terreno aparentemente aislado, pero su tranquilidad se ve interrumpida cuando un accidente ocurre a metros de su vehículo. Aparentemente, la pareja no está sola, frente a ellos han arrollado a don Julio, un anciano cuyo automóvil había sufrido un desperfecto. El causante del accidente, Domingo, es un joven de clase alta completamente drogado que huye del lugar a toda velocidad. Un inicio que pisa el acelerador a tope, llevando el ritmo de cero a cien en tan solo un par de segundos. Los espectadores ya se han subido al auto, solo queda esperar a ver qué ruta toman sus conductores para saber si es que logrará mantenerlos arriba.
Aquí es donde la dupla de directores subvierte las expectativas y en vez de darnos una película que trate en su totalidad sobre las consecuencias del accidente, nos lleva hacia atrás. Dividida en tres capítulos, la cinta explora las causas del accidente, nos cuenta la historia de los involucrados en el evento y cómo sus vidas convergieron en este camino desolado donde las posibilidades de ser atropellado son casi nulas. Primero está la historia de don Julio, un anciano que busca reavivar el amor en su vida con Julia, una mujer de su edad con quien tiene bastante en común. Luego está Domingo, un joven de clase alta que solo vive para carretear y que acaba descubriendo algunas deslealtades en su grupo de amigos. Finalmente está la pareja, quienes con sus propios conflictos son quienes nos muestran las breves consecuencias del choque que se presentó ante ellos en un momento de intimidad. Historias que se cruzan en más de una ocasión, pero que nos muestran mundos completamente distintos dentro de un mismo país.

Hay un contraste de trasfondos socioeconómicos, etarios y culturales que resulta bastante rico y es uno de los puntos más fuertes de la propuesta. Hay una suerte de paralelismo entre los protagonistas de los diferentes capítulos que recalcan las grandes diferencias que pueden tener a pesar de estar viviendo situaciones similares. Todos viven el amor a su manera, algunos en modestos restaurantes de comida al paso, otros en espectaculares fiestas. Pero así como hay un interesante contraste en cuánto a personajes y sus cotidianeidades, también hay un ir y venir de tonos y ritmos que acaban convirtiendo la película en algo inclasificable. Desde un inicio cargado de comedia negra y risas incómodas, se pasa a un drama que tiende más a la crítica social y el comentario político, la narración nunca se casa realmente con un tono y es un poco frustrante para una historia que podría haber funcionado bien fuese cual fuese la ruta a seguir. Sus personajes tienen una chispa única, hay algo en ellos que te invita a seguir sus vidas, pero se pierden en un mar de tramas y elementos que se desvían del difuso mensaje que busca tratar el guion.
Hay una clara reminiscencia al Caso Larraín, desde donde se podría haber tomado una cantidad enorme de antecedentes para crear una obra de comentario político sumamente ácida, abordando un tema bullado y medianamente contingente a través de un formato inesperado. Realizar una crítica a la impunidad y la diferencia de clases desde la comedia negra habría sido lo ideal, pero la historia prefiere pasearse por lugares que priorizan más la forma que el fondo. Se agradece el valiente intento de adoptar el formato de historia cruzadas a través de la exploración de los involucrados en el accidente y sus respectivas realidades, pero se nota la inexperiencia a la hora de abordarlo debido a que cada uno se siente como una película diferente en vez de sentirse como las distintas partes de un mismo rompecabezas.

De vez en cuando nos encontramos con algunas decisiones de fotografía que pueden resultar perturbadoras. Encuadres algo extraños, cámaras lentas con un manejo cuestionable y reflejos de luces que rozan lo quemado. Estos puntos podrían defenderse como una decisión artística para reforzar algún motivo dramático pero, de ser así, no termina de entenderse y a muchos les podría pasar por sobre la cabeza, tomándolo derechamente como un error. Hay algo en la técnica que no termina de cuajar y saca a ratos de la inmersión en la que nos puede hundir la película durante alguno de sus puntos más altos.
Cuestionamientos similares surgen a la hora de analizar un reparto donde, lamentablemente, hay nombres que no brillan lo suficiente en pantalla como sugieren sus imponentes reputaciones. Parecen estar más bajo la lógica del cameo que del verdadero personaje y algunos incluso se sienten como mero capricho o gancho comercial, volviendo incluso un poco deshonesta la promoción. Catalina Saavedra, por ejemplo, tiene su propio lugar en los posters, teniendo poco menos de tres minutos en pantalla. Fuera de ello, los cinco personajes que llevan la película cumplen su función de manera impecable, cada uno se justifica relativamente bien dentro de sus propias historias, aportando interesantes aristas al caso. Quizás algunas decisiones como incorporar el inglés en ciertos diálogos puedan causar conflicto en el espectador, claramente hay una propuesta que intenta manifestar ciertas intenciones respecto a las ya tocadas diferencias abismales entre los personajes que presenta cada capítulo —una reflexión quizás demasiado sacadas de los pelos, pero que puede ser malinterpretada como una mera pretensión—. Afortunadamente, el elenco sabe manejar con gracia el extraño guion y logra poner sobre sus hombros esta mezcolanza de ideas para hacerla más llevadera. Una mención especial a Daniela Vega, Francisco Dañobeitia y Hugo Medina, los más destacables dentro de cada capítulo.

«Run Over» es una idea que se escucha magnífico en el papel, pero que en la práctica falla a la hora encontrar sus diferentes relatos en un punto común. Los tres capítulos que conforman la historia se sienten tan distantes en tono y ritmo, que acaban convirtiendo una serie de eventos interconectados en un caldo de ideas cuyos sabores no pegan ni juntan. Los hermanos Ibarra Roa intentan hacer demasiado en muy poco tiempo y aunque hay ideas respetables y un talentoso elenco dentro de la propuesta, faltó tomar decisiones que dieran uniformidad a un proyecto que nunca define lo que quiere ser.