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Review «Rápidos y Furiosos X»: Nostalgia en el retrovisor

Reparto: Vin Diesel, Jason Momoa, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Sung Kang, Jhon Cena, Brie Larson, Jason Statham, Charlize Theron, Jordana Brewster, Alan Ritchson

Dirección Louis Leterrier

Género: Acción

Clasificación: +7

Duración: 2h 21m

Sinopsis: “Durante numerosas misiones más que imposibles, Dom Toretto y su familia han sido capaces de ser más listos, de tener más valor y de ir más rápido que cualquier enemigo que se cruzara con ellos. Pero ahora tendrán que enfrentarse al oponente más letal que jamás hayan conocido: Un terrible peligro que resurge del pasado, que se mueve por una sangrienta sed de venganza y que está dispuesto a destrozar a la familia y destruir para siempre todo lo que a Dom le importa”. (Filmaffinity)

Por Rocío Cerda

La familia se une nuevamente en la décima entrega de la saga. Foto: Andes Films

En 2001 llegaba a los cines «Rápidos y Furiosos». Con un reparto poco conocido pero bajo la premisa de carreras ilegales, robo de autos y protagonistas de distintas realidades encontrándose, iniciaba una de las sagas más populares de la industria cinematográfica. Más de 20 años después, arriba a cines la décima entrega de esta historia, que aprovecha cada segundo para presentar una situación más ficticia que la anterior.

«Rápidos y Furiosos X» parece ser un buen ejemplo de eslabón: conecta a las entregas anteriores con las que aún restan por estrenarse. Años después de lo que fue la novena entrega, los bandoleros se ven envueltos en un nuevo desafío, y esta vez sin buscar los problemas, estos se hacen presentes a través de la aparición del villano. La unión de la familia, el miedo a lo desconocido y una necesidad de salvar al mundo, llevan a Dominic Toretto a adentrarse en el conocido viaje del héroe, donde además cruzará caminos con un villano excéntrico.

La incorporación de Jason Momoa como fuerza antagónica es probablemente uno de los mayores aciertos de esta cinta. Momoa da vida a Dante Reyes, hijo de un enemigo conocido por el protagonista y por los fans. Con intereses claros, su rol roba gran parte de la película y es el toque de humor que hace falta entre tantas secuencias de efectos especiales que a veces pueden agotar. Si bien parece redundante la sátira del personaje, Momoa maneja un sarcasmo tan preciso y un nivel tan alto de crueldad que es imposible no apreciar su desplante en cámara. El actor probablemente sea la causa de que muchos fans lleguen a las salas de cine, y su extravagancia en el rol de ‘superpoderoso’ de las tecnologías, les dará exactamente lo que esperan: un villano digno de la saga.

Nuevas amenazas abren el camino hacia el final de esta travesía. Foto: Andes Films

Hay algo que la saga ha ido perdiendo en cada entrega, y aquí no se hace excepción: la credibilidad. La primera vez que veíamos a un personaje ‘revivir’ era alentador, emocionante e inesperado, mientras que ahora ni siquiera se pueden lamentar las pérdidas porque probablemente, la conveniencia del guion lo traiga de vuelta antes de lo esperado. A cada estreno, más nos hacen dudar de la inmortalidad de ciertos personajes, con acciones totalmente inverosímiles que desafían toda ley física, además de excusas precarias sobre sus escapes de la muerte; parece ser que el desfile de rostros conocidos por pantalla es más importante que la credibilidad de su presencia.

Después de varias entregas, la décima regresa a eso que brindó tanta popularidad a sus antecesoras: las carreras ilegales. Con el paso de los años, los autos parecían relegados a un segundo nivel de importancia, incluso podíamos pensar que estos vehículos solo estaban ahí para recordarnos lo que alguna vez fue «Rápidos y Furiosos»; la trama se alejaba de los cilindros cada vez más. En esta ocasión y al ritmo de «La Gasolina» de Daddy Yankee, se da una de las escenas más icónicas de la cinta: la carrera ilegal en Brasil, un acto cargado de los recuerdos de las anteriores entregas, con autos, velocidad y sorpresas. Sobre la marcha, este momento demuestra que los autos pueden seguir siendo relevantes en lo que queda de la franquicia. 

Aún así, una banda sonora precisa no sólo resalta en esta escena. Durante más de dos horas de película, la música toma gran relevancia. Con una artística abundante en latinos de renombre, la cinta transcurre a la vez que da alcance a otras bandas de menor trayectoria. Entre tanto cambio de país —que a veces aburre— la música es el carácter principal de cada locación, y pese a lo estereotipado que esto sea, genera un ambiente más inversivo. Además, entre tantos sonidos de explosiones, a ratos hasta un reggaeton parece ser descanso acústico.

Michelle Rodriguez vuelve a interpretar a Letty. Foto: Andes Films

Aunque no remedia sus errores del pasado, hay que reconocer que toda la saga cumple los estándares de cualquier gusto culposo. Ya sea por nostalgia de lo que alguna vez fue, por el goce visual que puede ser verla en pantalla grande, por el tremendo nivel de sus actores o porque ya se consagró como un elemento más de la cultura pop, mientras sigan existiendo películas de la franquicia, existirá un público al que presentársela. «Rápidos y Furiosos X» reafirma lo que ya sabemos: la franquicia está al servicio del entretenimiento, no pretende educar ni llevar a complejas reflexiones, y mucho menos pretende ser una joya cinematográfica, simplemente quiere ser un proyecto comercial del que se hable. A fin de cuentas, esta es una película que conserva la nostalgia de sus inicios, pero mantiene una mirada hacia el futuro.

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