Reparto: Halle Bailey, Javier Bardem, Melissa McCarthy, Jonah Hauer-King, Daveed Diggs, Jacob Tremblay, Lorena Andrea, Sienna King, Kajsa Mohammar, Simone Ashley, Awkwafina, Jessica Alexander, Lin-Manuel Miranda
Dirección: Rob Marshall
Género: Fantasía, Musical
Clasificación: TE
Duración: 2h 15m
Sinopsis: “Ariel, la más joven de las hijas del Rey Tritón y la más desafiante, desea saber más sobre el mundo más allá del mar y, mientras visita la superficie, se enamora del apuesto Príncipe Eric. Si bien las sirenas tienen prohibido interactuar con los humanos, Ariel debe seguir su corazón. Así, hace un trato con la malvada bruja del mar, Úrsula, que le da la oportunidad de experimentar la vida en la tierra, lo que pone en peligro su vida y la corona de su padre”. (Filmaffinity)

Desde mediados de la década anterior, Disney ha intentado revitalizar algunos de sus clásicos animados llevándolos al terreno del live-action. Desde «El Libro de la Selva» hasta «Mulán», la recepción de estas adaptaciones ha sido tan fluctuante como polémica. En ciertas ocasiones se agradece el intentar contar nuevamente estas historias desde una perspectiva moderna y más apegada a las culturas que se intentaron representar en pantalla, alejándose de los estereotipos y la caricaturización; en otras se cuestiona la necesidad de dotar de mayor realismo a narrativas que realmente no las necesitaban. Estos tópicos siempre van a ser un tema de discusión entre los amantes de los cuentos de hadas y las maravillosas historias familiares que forjaron la infancia de millones. Dicho todo esto, este jueves 25 de mayo los cines del mundo reciben a «La Sirenita», una propuesta que pretende revindicar el nombre de los remake live-action de Disney, contando nuevamente la historia de Ariel y el príncipe Eric. ¿Logrará su cometido? ¿Está a la altura de la original?
Hay que comenzar destacando que, a nivel de adaptación, la propuesta se sostiene bastante bien. El argumento principal y las escenas más icónicas del clásico animado se mantienen intactos e, incluso, podría decirse que se ven mejorados en algunos casos. Con cuarenta minutos de ventaja respecto a la original, se da el tiempo de desarrollar de mejor manera a algunos personajes para justificar sus acciones de manera coherente. Eric, por ejemplo, se vuelve un personaje mucho más complejo, tiene dramas y sueños que vuelven mucho más orgánica su relación con Ariel, aunque este crecimiento conlleve dotar al príncipe de unos orígenes un poco extraños y gratuitos. Eric ahora es el hijo de la reina de una poderosa pero aislada nación, y si bien su madre impulsa las motivaciones de un héroe que, originalmente y aunque duela admitirlo, era demasiado plano, no hay ningún momento que justifique realmente ciertas decisiones en torno a su rol.

En su mayoría, todos los aportes narrativos que este remake pone sobre la mesa son un acierto. El reino de Eric cobra mucha más vida en el live-action. Hay una mayor exploración de sus rincones y exteriores, acompañados de un diseño colorido, una musicalización festiva y una cultura marcada por la amabilidad y la empatía. Una isla que si bien parece demasiado idílica, refuerza la idea de que lo que ocurre sobre el mar es igual de maravilloso que aquello que se oculta en sus profundidades. La nueva configuración de la isla es, precisamente, aquello que gasta mayor parte del nuevo metraje, pero cuya extensión no molesta en cuanto ayuda al espectador a envolverse en la magia de la historia. Pero, al igual que como lo señala la antagonista, muchas decisiones arriesgadas conllevan sacrificios y para lograr dicho cometido también se tuvieron que recortar personajes secundarios que poco aportaban en la versión animada, para algunos puede pasar desapercibido, para otros puede ser un sacrilegio que saque ronchas.
En cuanto a los protagonistas, Halle Bailey es una estrella que no dejará de brillar en mucho tiempo. Tanto su voz como su presencia en pantalla demuestran que fue una elección precisa para encarnar a Ariel. La emoción y devoción que la actriz siente por el personaje se respira en cada segundo. Es su forma de expresarse, la personalidad encantadora que impregna en Ariel o la manera en que eriza tus pelos mientras reinterpreta las canciones de la original; algo hay en ella que resulta mágico y revitaliza un poco ese concepto ya olvidado de la estrella Disney. Es el corazón que pone Bailey en su trabajo lo que podría explicar por qué este remake se siente a años luz de sus predecesores —quizás «Aladdín» (2019) se le acerque—, y es que en esta ocasión se nota una pasión por el proyecto que va más allá de aprovechar la nostalgia: su meta es rendirle homenaje a una historia clásica dando un nuevo mensaje a través de ello.

Rob Marshall, quien había dirigido también la cuarta entrega de «Piratas del Caribe» (2011), desde donde se pueden apreciar alguna similitudes estéticas y temáticas, toma la película de 1989, la estudia, reconoce sus virtudes y defectos y desde allí comienza a moldear un nuevo relato que logre sostenerse en un mundo que ha cambiado demasiado. El director parece entender mejor que muchos la verdadera tarea del remake como concepto. Marshall logra sortear los cuestionamientos y justifica su película al contar nuevamente una historia que alguna vez funcionó pero que se fue quedando atrás en el tiempo. Aprovechando también, intencionalmente o no, de motivar e inspirar a las nuevas generaciones de un público que, hasta hace muy poco, se vio históricamente marginado de los roles protagónicos en esta clase de películas.
El elenco en general supera las expectativas. Incluso aquellas elecciones que se veían tan riesgosas como darle a Awkwafina el rol de Scuttle funcionan a su manera. Pero si hay algo que alabar es también la química que Bailey tiene con Hauer-King, nuestro nuevo príncipe Eric. Ambos actores tienen interacciones tan naturales y encantadoras que convencen respecto a la atracción de sus personajes y justifican de mucho mejor manera las siempre cuestionables relaciones express de los cuentos de hadas. Melissa McCarthy como Úrsula y Javier Bardem como Tritón también son grandes de la industria que entienden y abrazan a sus personajes, se nota lo mucho que McCarthy goza interpretar a la villana devorando la pantalla cada vez aparece en ella con sus maquiavélicos planes.
Quizás el mayor problema con la propuesta radica en lo visualmente apagado que se siente el mundo submarino. Los colores y la alegría que encantaron a millones de familias en el pasado se pierde en una propuesta visual que busca realismo en una historia donde las sirenas y la magia son pan de cada día; lo que también se traduce en un diseño para los personajes animales que es doloroso de ver. Paradójicamente, todo ese sentido de realismo se pierde para un espectador más versado que logra identificar especies que, en el mundo real, sería imposible de ver convivir por sus características, conduciendo al cuestionamiento: ¿Vamos por un realismo total o solo el que nos convenga? Existen ciertos momentos, como la reinterpretación de la canción «Bajo del Mar», donde se ve el verdadero potencial desperdiciado de este mundo oceánico, escena que irónicamente, es uno de los puntos altos de la cinta. Se podría percibir esta decisión como una manera de impulsar lo vibrante que se siente el mundo de la superficie, pero simplemente no funciona. Destacable sí es el diseño sonoro, los dos mundos poseen sus propias capas y construcciones, siendo un placer para el oído esas transiciones entre ambos sitios.

«La Sirenita» es quizás el mejor de los remakes live-action que Disney haya puesto en marcha durante la última década. Halle Bailey lidera con encanto y chispa un elenco impecable, que junto a una exploración más detallada del universo dramático, una mejor construcción de personajes y recuperando la magia que llevó al éxito a la original, llevan un paso más adelante a la historia y convencen a un incrédulo espectador respecto al verdadero poder del remake como una fuerza de mejora y no como un simple movimiento que se aprovecha de los fans en base a su nostalgia. Una aventura para grandes y pequeños que dejará a todos contentos y queriendo sumergirse nuevamente en la mágica y rítmica historia de Ariel y Eric.