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Review «Demonio Negro»: Cómo hundir a una bestia mitológica colosal

Reparto: Josh Lucas, Fernanda Urrejola, Julio Cedillo, Omar Chaparro, Héctor Jiménez, Raúl Méndez, Venus Ariel, Edgar Flores, Omar Patin, Arturo Duvergé, Luis del Valle

Dirección: Adrian Grunberg

Género: Thriller, Acción

Clasificación: +14

Duración: 1h 40m

Sinopsis: “Mientras Paul Sturges se va de vacaciones a Bahía Azul con su familia, desde las profundidades del mar se eleva un enorme megalodón conocido solo por su nombre: El Demonio Negro”. (Filmaffinity)

Josh Lucas lidera una nueva entrega en la eterna lucha del hombre contra los titanes de la naturaleza. Foto: Diamond Films

En 1975, Steven Spielberg no sólo rompió el modelo comercial hollywoodense con el estreno de «Tiburón», sino que también inauguró todo un subgénero relacionado a animales marinos que atormentan y persiguen a los humanos como sus deliciosas presas. Durante las últimas décadas, dicha clase de película parece haber tomado uno de los desvíos más extraños de los que se tenga registro alguno en cuanto a la forma de sus argumentos. Es difícil pensar que producciones como «Alerta en lo Profundo» (1999) y sus derivadas, tan populares como desastrosas, hayan tomado inspiración del clásico indiscutible de Spielberg, usando la parafernalia, el absurdo y el gore como atractivos que desplazan toda lógica argumental en favor de un espectáculo. «Demonio Negro» llega este 25 de mayo a las salas del país intentando nivelar un poco las cosas en este particular subgénero, privilegiando el suspenso y utilizando a la bestia de turno como un medio para dar un mensaje mayor. ¿Pudo esta nueva propuesta satisfacer sus objetivos?

La película tiene como protagonistas a los Sturges, una feliz familia compuesta por un padre norteamericano (Lucas), una madre de origen mexicano (Urrejola) y dos hijos muy distintos en personalidad. Durante un fin de semana de verano, los Sturges visitan un pueblo en México donde alguna vez comenzó su historia familiar, pero que ha sufrido los embates del tiempo y una inexplicable maldición que ha convertido a una costa paradisiaca en un pueblo abandonado. Los nativos viven en desolación, el demonio se apoderó de sus aguas y los ha despojado de actividades productivas como la pesca, su principal sustento. Pero, ¿qué tienen las fuerzas sobrenaturales en contra de esta localidad? Aquí viene la primera vuelta de tuerca respecto al subgénero y es que una empresa petrolera instalada en su terreno marítimo, coincidentemente aquella para la que trabaja el señor Sturges, ha causado un impacto ambiental tan fuerte en la zona que ha enfurecido a los dioses, quienes enviaron al demonio a maldecir las aguas en venganza.

Los Sturges tendrán que ganarse la confianza de los lugareños para sobrevivir. Foto: Diamond Films

Una de las grandes ventajas con la que juega la película es haber trasladado el foco de su acción desde las ya cansinas costas norteamericanas hasta México, una decisión que permite darle a la bestia de turno un trasfondo místico arraigado a la mitología azteca. Un concepto, en principio, bastante novedoso que ayuda también a establecer un mensaje ecológico en la trama. El Demonio Negro no es la típica bestia que come humanos por satisfacción o venganza personal, está ahí para revindicar la creación de los dioses, es un ser al servicio de una entidad que ha visto manchada su creación por la perversidad del ser humano, siendo un dispositivo que viene a destapar la corrupción, la ambición y el exterminio ecológico con el que el capitalismo ha dañado a incontables comunidades extranjeras en favor de sus negocios. Hay un fondo político que la película postula pero que nunca logra transmitir con efectividad por la forma en que intenta hacerlo, y es ahí donde comienzan los problemas.

Desde los primeros minutos se vislumbran decisiones creativas que sacan por completo al espectador de la película. Planos repletos de efectos que no convencen para nada y que podrían haber sido fácilmente omitidos, transiciones en principio creativas pero pobremente ejecutada y diálogos dolorosamente expositivos son algunos de los tantos elementos que comienzan a derribar una propuesta que pretendía dar un paso adelante respecto a sus referentes. El realismo y drama que este título impregna en su historia la convierten en una opción mucho menos seleccionable que aquellas desde las que se busca establecer una diferencia, puesto a que se le ha privado de ese sentido de festival de lo absurdo que ha probado tener su público, uno que solo busca gozar de un buen momento fuera de los problemas terrenales.

Creatividad, comunicación y cooperación serán los valores claves para encontrar una salida. Foto: Diamond Films

En una evidente la batalla de los realizadores contra el presupuesto, la película se centra más en el drama de los humanos que en el megalodón mismo. Los Sturges se quedan atrapados en una plataforma petrolera que el padre es enviado a inspeccionar a pesar de estar vacacionando, dando pie a una lucha contra la bestia por encontrar una salida de este aislado centro de operaciones. Sin embargo, contrario a todo lo que uno podría pensar, cuando los protagonistas llegan al sitio de la acción las cosas ya han sucedido, el Demonio Negro ya ha atacado y solo quedan un par de sobrevivientes a bordo; las consecuencias de esta decisión se dejan ver en la falta de matanza y acción que el público podría demandar, supliendo esa carencia con secretos y hostilidades entre un grupo de personajes que si bien tiene buenas interpretaciones, se siente unidimensional y estereotipado a más no poder. Los arcos de los protagonistas cobran giros que permiten sacar a relucir algunos dotes actorales aplaudibles pero, a su vez, resultan ser erráticos y gratuitos.

Es irónico que la película lleve por título el nombre del Demonio Negro cuando este jamás se siente realmente como un personaje. Con menos de 5 minutos en pantalla, sus apariciones son decepcionantes y predecibles, consecuencia directa del enfoque al drama humano antes que a la construcción real del suspenso. No hay nada de malo en que la amenaza no se muestre constantemente en pantalla, hay grandes clásicos que jamás han develado la apariencia de su villano pero que aún así se han instalado como referentes por el manejo de la tensión que hay a su alrededor, maquillando además la falta de presupuesto. Sin embargo, la propuesta aquí se queda a mitad de camino: hay tantas cosas ocurriendo en la plataforma que a veces uno incluso olvida la existencia de un tiburón prehistórico de tamaño bíblico bajo los pies de la familia, y eso es un enorme problema para una cinta de estas características.

El Demonio Negro en una de sus apariciones. Foto: Diamond Films

«Demonio Negro» se presenta con la noble idea de dar mayor realismo y peso al subgénero de las bestias marinas asesinas, pero su mensaje ecológico y novedoso trasfondo místico es arrastrado a las profundidades por personajes planos, efectos visuales pobres y una historia que nunca encuentra su foco, nadando por todos lados sin encontrar jamás la superficie.

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