Joan Didion, la pluma detrás de «El Año del Pensamiento Mágico», una de las historias más humanas y dolorosas que ha visto la narrativa contemporanea, nos dejó hace casi tres años. La escritora, que destacó tanto por sus novelas, guiones y trabajo periodístico, es uno de los íconos de la literatura actual.
Luego de su muerte, aprendimos a revisitar su obra y comprender su inmenso talento a la hora de contar historias que muchas veces encuentran su puntapié en una cotidanidad absurda, aunque capaz de remecer a los lectores por la profundidad de sus vivencias o historias.
«Una Liturgia Común»: Recorrido por un país ficticio de tensiones ya familiares
Con «Una Liturgia Común», publicada inicialmente en 1977, Didion explora el terreno de la ficción y nos transporta a un estado centroamericano inventado: Boca Grande. En medio de su punto más alto como guionista cinematográfica, la voz estadounidense decidió explorar una historia sobre relaciones humanas en un contexto político de inestabilidad.
Atribuyéndose el nombre de Grace Strasser-Mendana como voz protagonista, la autora se enfoca en Charlotte Douglas, una mujer estadounidense, para contruir este entramado de política, romance y drama. Perteneciente a un grupo privilegiado en Boca Grande, Charlotte vive una vida alejada de las tensiones sociales que experimenta el territorio. Su hija, Marin, jugará un rol disruptivo en esta noción de tranquilidad, al unirse a un grupo de marxistas radicales opuestos al regimen que predomina en el país.
Una historia que no alcanza el nivel de Didion
Para quienes accedimos a la literatura de Didion a través de escritos tan aclamados y relevantes como «El Año del Pensamiento Mágico», este sin duda resulta ser un paso hacia atrás. Rompiendo los límites de lo “personal”, la autora intenta construir una historia más grande, con un conjunto de personajes apesumbrados por su realidad socio-política y relaciones.
Esta aspiración no consigue recatar el hecho de que, en su escencia, la historia que busca contar no es lo suficientemente interesante ni potente como para atrapar. Por supuesto, el objetivo es conectar con los secretos de esta familia tan poderosa en Boca Grande, aunque sus vidas diarias no consiguen cautivar, más bien generan distancia.
«Una Liturgia Común» resulta ser una historia que pudo ser mucho más, sobre todo al intentar abordar una realidad política tan inmensa y patente, hace pocos años, en tantos países de América. Sus personajes no consiguen resonar en el lector y pasan al olvido en una anécdota que nunca consigue capturar la atención al 100%, a diferencia de otros trabajos de la autora.
Joan Didion conoció y vivió el mundo como pocos lo han hecho. Las vueltas de su profesión y forma de vida, y sus memorias respecto a esto, la convierten en una mente digna de admiración. Sin embargo, con «Una Liturgia Común» la leemos mientras transita por una ficción demasiado convencional para destacar y estar al nivel de otros de sus títulos.
La novela peca por su falta de cretividad y solo se salva por el estilo tan característico y personal en las narrativas de Didion, quien pareciera, tenía el talento de sentarse a contar una historia diferente en cada ocación y hacerla sentir tan especial como íntima y relevante.