«Inmaculada» (Immaculate), la nueva colaboración entre Michael Mohan y Sydney Sweeney tras el thriller erótico «Los Voyeristas» (2021), nos sumerge en un terror religioso que, si bien es bastante simple en su contenido, encuentra en su narrativa de ritmo intenso y en la interpretación de Sweeney, uno de sus principales atractivos.
La actriz estadounidense conocida previamente por sus papeles en «Euphoria», «The White Lotus» y la exitosa comedia romántica «Con todos Menos Contigo», se destaca en este rol escalofriante que contradice a simple vista sus papeles habituales.
Colocar a Sweeney como una novicia dulce, casta e inocente, es sin duda una imagen poco común, sin embargo, este mismo aspecto da un giro inquietante a la historia, resultando uno de los puntos fuertes de la película por la autenticidad del rol en comparación a trabajos previos de la actriz.
Un filme con crisis de identidad
La trama sigue a Cecilia, una joven que, tras sobrevivir milagrosamente a un accidente de pequeña en su ciudad natal en Estados Unidos, decide dedicar su vida a la religión católica como monja. Así, llega a Nuestra Señora de los Dolores, un convento en una zona rural y deshabitada en Italia fundado en 1632, para ser preparada en su servicio religioso como novicia.
El convento, dirigido por el Padre Sal Tedeschi (Morte), quien encontró a Cecilia y la invita a unirse a la orden, se dedica a cuidar a monjas mayores y padecientes de alguna enfermedad mientras esperan la muerte. En ese lugar oscuro, tétrico y anticuado, la novicia conoce a Mary (Tabasco) e Isabelle (Heathfield Di Renzi).
La película, en su inicio, recuerda de forma alarmante a la recientemente estrenada «La Primera Profecía» debido a sus similitudes. Si son fans del terror, será imposible ignorar que la primera mitad del filme cuenta con la misma trama e incluso personajes secundarios que acompañan a la “protagonista norteamericana con afanes de servir en la religión”.
Otra historia de terror
A diferencia de «La Primera Profecía», «Inmaculada» no logra sobreponerse a estas elecciones narrativas comunes a pesar del intenso desarrollo de dirección de Mohan, especialmente en la segunda mitad del filme.
Aquí, aunque las influencias de clásicos como «El bebé de Rosemary» y «Suspiria» son evidentes, lo que resulta interesante de ver, la falta de desarrollo de los personajes, en especial de Cecilia, la transforma en una película débil y poco extraordinaria cuyo, único atractivo es el inquietante rostro de Sweeney y sus gritos dignos de una “Scream Queen”.
El empoderamiento que promete la protagonista mientras intenta sobrevivir a aquel convento tenebroso y cada vez más claustrofóbico culminan en un arco predecible, situación que se reitera tanto en los personajes masculinos (Monte) como en las representaciones más toscas e “italianas” realizadas por Benedetta Porcaroli y Simona Tabasco, que al menos le dan un toque realista al ser actrices oriundas.
Además de su trabajo actoral, Sweeney también ejerció como una de las productoras principales, impulsando el proyecto que, según detalló durante diversas ruedas de prensa, llevaba tiempo queriendo realizar. Si bien su compromiso con la cinta se refleja en cada escena, destacándose especialmente su capacidad de interpretar y transmitir el terror a través de su rostro y sus gritos, es un trabajo que promete ser poco trascendental en comparación a otros roles de la actriz.
Potencial poco explotado
Michael Mohan, por su parte, filma con un gran sentido del espacio, desde las escenas más perturbadoras como los recurrentes y variados asesinatos, hasta las representaciones más tétricas y realistas de la religión cristiana y sus ceremonias y rituales.
Sin embargo, «Inmaculada» recurre demasiado a los jump scares, al igual que su gemela «La Primera Profecía», un reemplazo simple al terror genuino que podrían generar a través de sus relatos. Así mismo, ambas películas utilizaron con desgano la belleza de su ambientación rural y tenebrosa, sacándole poco provecho a lo que un convento con siglos de antigüedad y monjas rondando por pasillos oscuros sugiere.
«Inmaculada» ya ha recaudado tres veces su presupuesto, demostrando más temprano que tarde, que la audiencia disfruta del terror religioso si va acompañado de una estrella hollywoodense como Sweeney. Sin embargo, su interpretación queda algo corta y plantea el desafío de definir si se trata de su falta de potencial o si la cinta realmente no estaba a la altura.